Daisy
Cuando las luciérnagas empezaron a bailar, las visiones comenzaron a cantar.
Yo miraba esas fotos que se mueven, unos gritos de antemano que los perdonen.
Muchas filas de rinocerontes de acero, y en el cielo que volaban las águilas de hierro.
Unas caretas me regalan que nos asustan, unas gafas que a cualquiera al ponerlas no le gustan.
Un paquete a la puerta hoy a llegado, una caja con un mapa, una dosis, una ruta han trazado.
Todos siguen una estrella verde, no hay sonrisas, no hay canciones solo una radio que nos miente.
Cuando el gallo ya había cantado, con el miedo a la montaña desvié mi ruta que había marchado.
En lo alto del que acaricia el cielo ocupado, desde ahí puedo ver todo lo que los pájaros cantaron.
Los pinceles grises y negro por todos lados, y el calor provincial que parecían castigos al pecado.
De temprano ya extrañaban las miradas mas queridas, sin sus voces los demás se perdían.
Estoy triste o alegre que el cielo se reía? o en realidad las carcajadas de las estrellas verdes es que venían?
En las manos de ellos salían notas musicales, que en su camino quien escuchaba dormían en las calles.
De momento todo oscuro luego claro, unas bellas líneas que surcaban en el cielo acariciando.
Una hermosa flor en horizonte se asomaba, su brillo perfecto una escena que a todos asombraba.
Por cada dedo la flor mas brillante se tornaba, que espectáculo mas grande se acercaba.
Su fragancia a todos ella encantaba, acariciando las mejillas del miedo los enamoraba.
Cuando su introducción ruidosa se había acabado, la flor en horizonte se había esfumado.
La voz me dijo mira arriba y sigue la nube, que al final de estos días con amor de una flor todo se cubre.
Y aquí en el frío de donde nacen las semillas, con amor voy abrazando, sin la voz, sin la fe, sin el amor destrozado.
Cuando las luciérnagas durmieron en lo alto, abrí mis ojos y vi como la sonrisa del viento dejaba de cantar.