El Aguila
Tu sonrisa me atrajo, tus miradas me enloquecieron, tus palabras me enamoraron, pero tus acciones me confundieron. Después me di cuenta que: las palabras se las lleva el viento, las sonrisas se practican, y las miradas pueden significar cualquier cosa. Nunca me mentiste, el problema fui yo; que no quería escuchar la verdad de la realidad. Tú buscabas algo divertido y pasajero, y yo creía que también quería algo así. Pero en medio del albedrío, el sentimiento fugaz de un beso me delató... Quise atarte cuando estaba claro que eras como un águila: fuerte, independiente, galante, libre. Y tu última presa, fui yo.
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